domingo, 10 de julio de 2011

Al tacho con la basura

Por: Gonzalo Cieza Bazán

Lima de noche es un basural. Las calles están infestadas de desechos que durante el día se han ido acumulando en botellas de plástico, papeles, desperdicios orgánicos, polvo y demás. La inconsciencia limeña arroja a sus calles más transitadas lo peor que tiene. No existe, o por lo menos no se percibe, cuidado ambiental por parte de los ciudadanos.
El Cercado de Lima refleja en la madrugada una escena despilfarrada de caca. Existen individuos mezclándose entre toda esa cochambre que les sirve como producto para vender en el “recicladero”, pero también se encuentran los de la vista gorda, quienes son tan responsables como los que la ensucian.

Un estudio de Perú Waste Innovation (PWI), revela que la generación de basura en Lima Metropolitana aumentó de 6.300 toneladas a 9.950 toneladas diarias, lo cual significa un aumento superior al 50% en los últimos tres años. “Si la gente no arrojará basura a las calles, yo no podría trabajar, y si no trabajaría en esto, no podría mantener a mis hijos”, me dice Humberto Solís, “reciclador” que desde hace cuatro años recorre las calles del centro histórico de Lima en busca de botellas de plástico.

Si en el día la avenida Abancay, un ejemplo entre muchos, no se pude transitar por el tumulto de gente y la obstaculización del tráfico, cuando llega la noche la acumulación de basura que arrojan los comerciantes del Mercado Central y tiendas aledañas, no cambia en nada el panorama. Pero a ellos se suma la existencia de los llamados recolectores de basura, que sin pleno conocimiento aún generan un mínimo de beneficio a la ciudad que nadie reconoce: el papel de entes ambientales en la cadena alimenticia de la metrópolis.

“Recolectar basura es más que un simple recorrido por las calles, es un trabajo de investigación. Hay que saber diferenciar la basura que sirve de la que no”. Nuestro personaje distingue a los lejos una botella de plástico y se acerca a recogerla. Hay un pequeño parpadeo de luz que expele la noche. Desde el horizonte se diferencia la llegada del nuevo día. “El trabajo por hoy a concluido, mañana por la noche saldré otra vez a ganarme el dinero, que a ti parece que te sobra”, concluye sonriente Solís, que se aleja sin despedirse.