domingo, 10 de julio de 2011

Pique Monumental

Por: Aramis Castro Ramos

Once de la noche. Los motores se alistan bajo la neblina y el frío aumenta en la Prolongación Javier Prado. La pista, que delimita los distritos de La Molina y Ate, es ocupada por jóvenes que  asisten a una representación casera de la película “Rápidos y Furiosos”.

Al lado izquierdo del estadio “Monumental” una decena de espectadores y participantes, de los llamados “piques”, conversan sobre la próxima carrera que no durará más de dos minutos. Un Toyota Celica  plomo y otro rojo se alistan para partir y demostrar quién es el mejor sobre el asfalto.

En un extremo de la pista, bajo la mirada seria  de algunos  vecinos incómodos, se encuentra  un hombre con casaca negra, similar a la de un conductor de Fórmula 1, quien  da las últimas pitadas a su cigarrillo y sube a su auto. Él es David Meneses y desde hace cuatro años realiza este tipo de deporte callejero.

“La adrenalina y emoción es indescriptible. Muchos de mis patas vienen, se quedan de madrugada para apoyarme en las carreras y de paso ganan algo de plata con las apuestas”, agrega David emocionado y un poco apurado minutos previos de alzar vuelo sobre su automóvil.

Antes de dar inicio a la partida una bandera a cuadros se agita de arriba hacia abajo. Luego de esta señal los autos aceleran y, en muchos casos, llegan hasta los 160 kilómetros por hora. Al finalizar la carrera un grupo celebra y otro mira receloso a los vencedores. Uno de los atractivos principales son los pozos de dinero que se generan con cada “pique”. Estos van desde los 50 soles hasta los 150 por carrera.

Los miércoles  y jueves estas pistas de Ate se han convertido en una suerte de Gran Prix para 15 o 20 autos que renuevan, semana tras semana, algunas de sus partes en busca de mayor velocidad. Se aprecian tubos de escape de diferentes dimensiones o capotes decorados con hologramas de alas u otro elemento que llame la atención de quienes apuestan su dinero a ganador.

“Lo único que deseamos es pasar un buen rato de madrugada. Aunque a veces los vecinos se quejan y llegan los  ´tombos´ para sacarnos de acá”, comenta Luis, quien viene todas las semanas para apostar 20 soles por el carro que le brinde mayor confianza en el pique que participa.

Son las 2 am y la última carrera se ha realizado. Ya no quedan muchos competidores ni apostadores. Los motores se han calmado y las voces son cada vez menores. Un “pique” termina pero las historias continuarán siete días después.